miércoles, 13 de octubre de 2010

Dos para el camino


The Painted Veil (2006) es un drama basado en la exitosa novela de W. Somerset Maugham y protagonizado por Edward Norton y Naomi Watts, quienes logran uno de esos trabajos conjuntos tan raros por la verdad humana que son capaces de revelar a través de sus personajes, tan iguales en su dificultad para superar sus propios defectos y su prejuiciosa apreciación del otro. Sin embargo, la película no es un melodrama existencial; es un tributo a la capacidad de compasión y entendimiento que anida en cada uno de nosotros, materializado con una caligrafía fílmica que lo aproxima al William Wyler de Jezebel y The Letter.

En 1923, la joven Kitty, hija de una familia de la clase alta británica, cede a un matrimonio sin amor con Walter Fane, un científico al que sus padres ven como su última esperanza: es decir, que deje de ser mantenida por ellos para que lo sea por un marido de recursos suficientes. Ella, aparentemente distante, vana y egoísta, es una belleza superficial e irresistible. Walter es tímido, melancólico y socialmente inepto; a primera vista inofensivo. Pero, al poco tiempo de casarse, Kitty se convierte en la mujer más infeliz del mundo. Y cuando Walter le descubre sus intenciones de salir de Shanghai para adentrarse en la China devastada por el cólera, la muchacha sorprende la naturaleza vengativa de su esposo --y sus inconcebibles alcances. Ése es, por cierto, el inicio de una jornada con inesperados, increíbles resultados.


Como sus héroes, el filme entrega poco a poco sus virtudes íntimas y mejores. Al principio, los espectadores serán testigos del desamor de una pareja de extraños, ella a merced de su monstruoso cónyuge. Posteriormente, la narración en flashback explicando aquellas imágenes crea la duda: quizá "¿Quién es el monstruo?" como interrogante. Cuando se instalen en la diezmada región, el viaje habrá tomado ya un nuevo giro, acaso aún invisible debajo de la filigrana fotográfica, del guión, musical y del montaje que se sucede ante los ojos (los sentidos), complacidos e intrigados. Entonces, hacia el final, es el alma la que ha sido recompensada, y todo gracias a una sólida y exquisita ilustración literaria.