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domingo, 22 de diciembre de 2013

Desaparecido: Rendition (2007)


Un sólido ejercicio narrativo y una temática sustancial es lo que nos ofrece El sospechoso. Protagonizada por un reparto de estrellas (Jake Gyllenhaal, Reese Witherspoon y Meryl Streep) y dotada de unos valores de producción que no desequilibran el resultado de la cinta en perjuicio de su expresión dramática, se trata de un estudio oportuno de la política internacional de los Estados Unidos de Norte América y las consecuencias de los ataques terroristas del once de septiembre.

Hay tal empatía en la mirada que los cineastas dirigen hacia el conflicto de intereses, en un nivel que no es superficial, que El sospechoso por una vez demuestra que se puede salvar los escollos del maniqueísmo y del prejuicio a la hora de manipular las emociones del espectador de una manera honesta, con el fin de que pueda ver por sí mismo y con cierta objetividad de lo que en realidad va cualquier guerra, y los extremos a los que puede llegar la indiferencia ante la injusticia.

Dos son las historias que se entrecruzan y apoyan mutuamente, dando sentido global y específico al argumento ético de la película. Primero, y fundamentalmente, la desventura de Anwar El-Ibrahimi (Omar Metwally), un ingeniero químico nacido en Egipto que ha vivido desde los catorce años de edad en los Estados Unidos y es un ciudadano ejemplar. Cierto día, de vuelta de una reunión de trabajo en el Norte de África, es secuestrado en el propio aeropuerto y llevado a unas instalaciones de la CIA como sospechoso de terrorismo. Al parecer, Anwar es un conspirador y colaborador de los enemigos islámicos del Estado americano, pues existen registros de comunicación entre su número de celular y el de un connotado perseguido político, justamente o no.

La más que grande posibilidad de que todo sea sólo una coincidencia, y haya habido una confusión que ha incriminado absurdamente al científico apresado, es de una importancia mucho menos que mínima para el odiado jefe de la seguridad egipcia Abasi Fawal (Yigal Naor), y menos que nada aun para Corrine Whitman (Streep), la mujer responsable de las torturas de la CIA. Luego de que un subalterno ha comprobado prácticamente la inocencia de Anwar, la senadora insiste en trasladar al detenido a los sótanos de Fawal. Éste acaba de salir ileso de un atentado que ha matado entre tantas personas a un agente americano, por lo que Whitman acepta que se haga cargo en su reemplazo un compañero suyo, Douglas Freeman (Gyllenhaal). Mientras tanto, la embarazada esposa de Anwar, Isabella (Witherspoon), deja a su pequeño hijo en casa cuidado por su suegra y busca ayuda en la persona de un antiguo amigo, Alan Smith (Peter Sarsgaard), ayudante del senador Hawkins (Alan Arkin). Smith, enamorado aún de Isabella, parece dispuesto a mover cielo y tierra para encontrar a su antiguo rival y amigo. Pero todo tiene su límite, o eso parece…

La segunda historia en El sospechoso involucra a la hija mayor del jefe Fawal, una adolescente llamada Fatima (Zineb Oukach), con un joven artista de nombre Khalid (Moa Khouas), que la pretende como su esposa a pesar de su enorme diferencia social y de que ya ha sido prometida por su padre a alguien más adecuado. Fatima abandona el hogar y busca refugio inicialmente en la casa de su tía Layla (Raymonde Amsalem), hermana de Fawal que es mal vista por su familia al haber perdido la virginidad antes de conseguir un serio pretendiente y así haber arruinado su futuro en la sociedad. Al ausentarse Layla brevemente por motivo de un viaje, su sobrina escapa, persuadida por Khalid de ir a vivir con él. Ambos asisten después a reuniones de revoltosos que Fatima nunca asociará con el terrorismo, hasta que descubre entre los cuadernos del pobre artista un secreto que no solamente cambiará sus vidas, sino también la de cierto ingeniero químico felizmente casado en los Estados Unidos…

La detención y tortura del ciudadano americano Anwar El-Ibrahimi a manos de una inescrupulosa senadora de su mismo país es el centro del análisis moral que propone este largometraje. Como en un film noir o en la mera realidad, el claroscuro de la fotografía impregna el retrato de los partícipes del melodrama: Streep interpreta a una arpía de escalofrío que destruye vidas humanas mientras su figura otoñal recuerda a la de tantas mujeres de hoy en día, pues la actriz le brinda al personaje el matiz necesario para evitar que sea incomprendido; Naor como Fawal es un “villano” más ambiguo, redimido por su amor paternal, a una distancia verdaderamente considerable de lo tipificado por el imponente Paul L. Smith en Expreso de medianoche (Midnight Express, 1978). El desempeño de Gyllenhaal es bastante efectivo, y la evolución de su personaje convincente; tal vez uno de sus mejores papeles.

jueves, 7 de febrero de 2013

Algunas películas de Nora Ephron


Heartburn (1986)


La diferencia entre amor y enamoramiento, así como las tensiones y los vaivenes propios de la relación marital, son algunos de los principales temas de esta peculiar, memorable cinta dirigida y producida por Mike Nichols sobre la novela del mismo nombre, vertida en guión por su autora, la incombustible Nora Ephron. En el film, un perfectamente adecuado Jack Nicholson interpreta a Mark, un mujeriego intransigente cuya soltería contumaz será terminada a causa de su emparejamiento con Rachel, una Meryl Streep en soberbia representación de la autobiográfica escritora. Ambos, luego, experimentan en carne propia las vivencias más profundas y menos comunicables de lo que significa “hasta que la muerte los separe” --unión que suena, más literalmente de lo que tal vez se sospecha, a inalcanzable eternidad. 

Pero es Jack quien insiste en la consumación del compromiso, y esto es lo que le otorga a Heartburn --conocida en España con el cómico título Se acabó el pastel-- su primera clave de distinción. La gran estrella y, especialmente, el esencial actor que el público demasiadas veces ha valorado injustamente en Nicholson brilla con suma generosidad y amplitud. Su compañera Meryl es la protagonista, y Nichols enfoca su rostro, figura y emociones en una visión de túnel que excluye necesariamente al fabuloso histrión de Carnal Knowledge (quien en la obra que nos ocupa no es el antagonista ni mucho menos, salvo dentro de los más estrictos límites de la complejísima dinámica conyugal). Fiel al libro de Ephron, la realización se embarca en un examen de la feminidad contemporánea y urbana (si neurótica), en la línea de aquella excelente An Unmarried Woman, no obstante sin el aire europeizante ni el humor laxo de Paul Mazursky --recordemos que se trata del director de The Graduate, en cuyo sentido de la comedia no solamente encontramos un nuevo modo de ser trágicos (al menos desde cierto existencialismo), sino que además se nos da la oportunidad de incorporar nuestra individualidad de espectador (sin importar el género sexual) en la unidad de una figura cuyo protagonismo absoluto disuelve en sí cualquier interferencia deshumanizante (y en este caso cualquiera lo es) de la sociedad.


Lejos, pues, incluso del costumbrismo más extraordinario, la risa o al menos sonrisa inspirada en el drama cotidiano como clásico santo y seña logra momentos de significación indubitable, extrayendo sabiamente la mies que Ephron, como la Rachel de la pantalla, probó en este mundo. Trago amargo que resultó en una “historia de amor” sin la ingenuidad de sus congéneres, pero también plasmada con una admirable y única capacidad para transmitir el poder de la voluntad y la fuerza del carácter en una mujer casada, con dos hijos pequeños, y decepcionada de un hombre, pero no de la vida.