miércoles, 12 de agosto de 2015

El misterio de la mente: Twisted Nerve (1968)


Esta producción inglesa ofrece una exploración del alma de la esquizofrenia voluntariosamente marcada por la silueta de Hitchcock y la sombra de Psycho (1960); de hecho, el famoso “Giorgie’s Theme”, desempolvado por Quentin Tarantino en su primer Kill Bill (2003), fue compuesto (como el resto del score) por Bernard Herrmann. Lo que separa a este film de otras variaciones sobrevolando la historia originalmente escrita por Robert Bloch es una sencillez pasmosa en su efectividad: no esperen encontrar en Twisted Nerve los malabares y las acrobacias audiovisuales --siempre magistrales, eso sí-- a que es adepto Brian De Palma, el émulo más aventajado de Hitch, pero tampoco pasarla para nada cómodos. (Se entiende que son conscientes de lo que van a ver.)



Un solitario muchacho de inteligencia excepcional finge cierta deficiencia mental para librarse de su pudiente aunque incompatible familia. En su camino conoce a una joven de bondad igualmente insólita, que le abrirá las puertas de su casa con los resultados que el lector de esta nota ya habrá adivinado. Excelente como un bocadillo delicado con el centro ponzoñoso, la realización sabe provocar el malestar y la inquietud sin recurrir a los golpes de efecto y las triquiñuelas típicos del género. Por el contrario, el suspense se apoya en la precisa edición de planos largos sin ser morosos y en los movimientos sinuosos de una cámara que sigue a sus personajes como si fuera el asesino que se esconde entre ellos, sigilosa, penetrando la situación desde la penumbra que envuelve lo que ignoramos. Además de Hywel Bennet en estupendo trabajo protagónico, recordemos a Hayley Mills (también co-estrella de Bennett en The Family Way, dirigida por el propio Roy Boulting, y producida por su gemelo y habitual socio John, en 1966), una sensual Billie Whitelaw (la niñera infernal en The Omen, 1976), Frank Finlay (el Iago de Olivier en 1965) y Barry Foster (el mismísimo asesino serial de otra, futura, joya, el Frenzy que Hitchcock estrenaría en 1972) como el elenco de una pieza modélica en su capacidad de sugerencia y clásica en su elegante (si puede utilizarse tal término respecto de lo obscuro y macabro) expresividad. Hay que buscarla y apreciarla --para este cronista Twisted Nerve es al menos tan reivindicable como la (a mi gusto) un tanto inferior Peeping Tom (1960), por ejemplo. 5/5