El Nobel de Vargas Llosa, tan tardío en mérito a su cenit novelístico, ha provocado el recuerdo de Jorge Luis Borges, por ejemplo, como una de las más conspicuas omisiones de la Academia Sueca. Lo cierto es que, tanto como el ilustre bibliófilo argentino, también su compatriota Julio Cortázar mereció el Premio, por siempre esquivo.
Blowup, del laureado director italiano Michelangelo Antonioni, es un largometraje de 1966 basado en el genial cuento "Las babas del diablo", de Cortázar. La película muestra la extraordinaria situación en que se ve envuelto un fotógrafo profesional cuando descubre las pruebas de un crimen en unas fotos que ha tomado por su cuenta. Desde que comienza, la cinta se revela como una versión libre de la obra de Cortázar; sin embargo, a pesar de que incluso el tema de la película se diferencia del tema del relato, se puede advertir en ella la influencia del escritor en otros de sus elementos. Comenzando por el protagonista. Londres no es París, pero ahí está esa atmósfera enigmática, misteriosa sin querer; ahí están las hojas y las ramas de los árboles agitándose en el parque; ahí está ese ambiente de libertad que se respira en cada manifestación artística, política, profesional que se ve en la cinta. Pero también está ese compromiso, esa obligación del ser para con algo o para consigo mismo, que se ausenta sólo en el tiempo libre o de descanso, pero que realmente --y eso está ligado con el origen de lo extraordinario-- no da tregua al individuo.
Antonioni desarrolla una reflexión sobre la imagen, y esta reflexión es preparada desde antes de los hechos principales. Es por eso que Blowup no encuentra su sentido a los ojos del espectador sino muy avanzado su metraje. (Y su sentido es eso: lo visual.) Por eso lo preliminar aparece anárquico o sin dirección. Pero avanzada ya la segunda parte, ésta no hace sino confirmar lo acertado de la primera en su estilizada y detallada visualización de lo excéntrico y colorido. Y hacia el final del filme la extraordinaria anécdota ya ha dado nuevas luces a la realidad. Es así como el problema se plantea o se impone insólita y lógicamente a la vez en el campo de la imagen, la forma, la apariencia --o sea lo que parece, lo que es y lo que no es.
Un largometraje cuya relevancia es hoy más innegable que nunca.
Antonioni dirigiendo a Vanessa Redgrave