lunes, 13 de febrero de 2012

Mystic River

Después de un nuevo desaire a Leonardo DiCaprio por la Academia de Hollywood, demos un somero repaso a otra de las grandes obras de Clint Eastwood.


La narración de esta galardonada cinta de 2003 involucra, de manera sumamente sobria, todos los elementos posibles a fin de transmitir su esencia. El elemento más importante de todos es, precisamente, el espectador. Lejos de la manipulación que obras maestras como Psycho o The Silence of the Lambs esgrimen como recurso evidente, se trata de algo más difícil y sutil. Eastwood es un director clásico y vanguardista al mismo tiempo, y con Mystic River logró una visión inédita hasta entonces en el ámbito fílmico.

Se habló de abstracción en el drama protagonizado por Sean Penn y Tim Robbins. Nosotros preferimos relacionar a Eastwood con Faulkner --ya inefablemente maltratado por su involuntaria "influencia" sobre productos absolutamente pretenciosos como 21 Grams (también con Penn), por ejemplo. Más allá del De Sica de Ladri di biciclette, más allá del melodrama abstracto, Eastwood llegó al final del camino allanado gracias a trabajos tan imprescindibles como A Perfect World (1993) y True Crime (1999): una mezcla perfecta de tragedia shakespeareana y policial hawksiano que al propio autor de Sanctuary le habría contentado guionizar.


Mystic River se ve para siempre atravesada de un aliento sentido y henchido de piedad, que la melodía del título (provista por Eastwood) virtualmente insufla, completando y subrayando el contexto y la significación profundamente dolorosa de la historia.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario