Discutida
producción de la era Selznick, primera etapa americana de Hitchcock, este
largometraje judicial acerca de una hermosa mujer acusada de envenenar a su
rico y ciego marido ciertamente adolece de un tono encorsetado que la perjudica
finalmente --y la actuación de Gregory Peck, co-estrella de la imperdible
Spellbound (1945), no está entre las más dinámicas, menos monótonas de su egregia
carrera, lo cual hace inevitable el cariz que toma el asunto mucho antes de su
remate.
La inesperada mediocridad de este Hitchcock casi se salva gracias, más
bien, al deslumbrante trabajo de cámara (Lee Garmes tras la lente) característico de su inadecuado director,
algunos de los parlamentos en la inusualmente verbosa adaptación de Alma Reville (asumimos desde ya la extrema dificultad de la fuente literaria, novela de Robert Hichens, ignorantes de su calidad) e inclusive los esfuerzos de un bisoño Louis Jourdan (fallecido a inicios de 2015) en el intrigante rol del buenmozo amante de la también debutante Alida Valli,
aquí una femme fatale con la cual Hitchcock, incómodo (y no porque sea morena),
parece experimentar para futuros films --Vertigo anyone?-- sin importarle aparentemente
demasiado el resultado en éste (que, por lo demás, en determinado momento ya se
le ha ido de las manos, inhabituadas al tedio y al melodrama adocenado). 3.5/5
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