La otra
película que el mejor director de actores en la historia del teatro y del cine
estrenó como intérprete secundario, mientras seguía con el Group Theater y diez
años antes de llevar su revolución del arte dramático al celuloide con A Streetcar Named Desire, fue este negro melodrama acerca de una banda de
talentosos jazzistas en pos de sus sueños allá por los años de la Gran Depresión.
Betty Field, una Ann Sheridan corrompida por Ann Savage, es
la arpía que --oh sorpresa-- envolverá al moralmente sobrio líder (Richard Whorf) y a un
antiguo amante fugitivo de la justicia (Lloyd Nolan en casi bogartesco
desempeño) en un triángulo pasional de predecibles resultados, pero que, como
en otras muestras del género --se nos viene a la mente la insuperable Possessed (1947),
por ejemplo--, constituye una lúcida e implacable, directa y devastadoramente
simple mirada sobre la esencia del amor romántico. Priscilla Lane es Character,
la virginalmente atractiva cantante de la banda, casada con (y embarazada de) Jack
Carson (¡!), el virtuoso trompetista. El joven y entusiasta Elia, en
característico estado de exaltación, es el melómano estudiante de Leyes que idea
la formación y proyecta sus triunfos, …y toca el clarinete tan
satisfactoriamente como realiza su rol; pese a su mucho más prolongado tiempo y
espacio en pantalla --todo un lujo para sus admiradores--, no obstante, todavía
lo preferimos como el intenso, revanchista gangster de la también musical City
for Conquest, aunque el intrigante film que acabamos de comentar, también de Anatole Litvak, en su más limitada ambición,
sea acaso más equilibrado. No por nada Don Siegel echó una mano en la edición.
4/5
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