La primera gran película de uno de los mejores
actores del cine es también la primera versión de una historia que después
sería argumento de otra excelente película, una que no necesita presentación: Rocky (1976). Ambas se hallan en estado germinal
dentro de aquella obra maestra del arte cinematográfico llamada On the Waterfront (1954).
Se trata además de la víctima de un olvido injustificable, la responsabilidad
del cual debe ser compartida por historiadores y aficionados por igual. Lo más
curioso es que la génesis misma de Marcado por el odio o El estigma del arroyo --sus poéticos títulos alternativos en Hispanoamérica-- está hecha
de esos eventos que forman la dieta de las efemérides:
_ Primera cinta oficial de Newman, tras un desastroso debut en una "de
romanos" (The Silver Chalice).
_ Primera aparición de otra estrella del Actors Studio en el ecran: Steve
McQueen, nada menos.
_ Primero de los papeles heredados por Newman de James Dean.
(Iniciamos el artículo hablando de primicias, y todavía lo estamos haciendo.)
A cargo de la realización, Robert Wise se supera a sí mismo, logrando una
visión más compleja y emotiva del ambiente boxístico que en la clásica The Set-Up (1949). Newman es el virtuoso solista de este
concierto romántico y realista, el temperamental intérprete de sus notas
principales, en una ejecución irreprochable en su rigurosa exuberancia.
Secundado por un reparto de veteranos (Everett Sloane, Eileen Heckart) y nuevos
valores (Pier Angeli, Sal Mineo, Robert Loggia), todos a la altura de las
circunstancias; fotografiado por Joseph Ruttenberg como el maestro Boris
Kaufman había hecho con Brando; y bordando uno de sus más memorables perdedores, héroe de una tragicomedia de acentos inevitablemente
kazanianos, el Rocky Graziano de Newman se merece una cierta prioridad en la
revisión del medio.
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