viernes, 17 de abril de 2015

Héroes del silencio: Emil Jannings (y F. W. Murnau y Karl Freund) en Der letzte Mann (1924)


La cámara prodigiosa de Karl Freund y el aliento poético de F. W. Murnau al servicio --si acaso involuntariamente-- del lucimiento absoluto de las dotes histriónicas del titán de las pantallas germanas, Emil Jannings, en uno de los trabajos actorales de más hondura y peso dramático de que se precia la historia del cinema. Con hipnótica presencia y desenvuelta sutileza, Jannings (entonces de sólo 45 años) encarna al orgulloso portero de un hotel de lujo que, de la noche a la mañana, y debido a su avanzada edad, es casi despedido para ser enviado más bien a limpiar las letrinas y asistir a sus usuarios. El virtualmente militar uniforme de portero, con sus grandes hombreras y brillantes botones, será una sombra del héroe, una protagonista inanimada que, como un emblema pero también como una crisálida, señalará el cambio, el instante de la tragedia que así remata, cual agónica letanía, la más ordinaria e ilusa de las vidas… ¿O no? Se trata de un patetismo bordado en oro, como un puente entre dos orillas, en una labor que además nos legó al inolvidable Profesor Unrat de Der blaue Engel (1930) y al oficial en decadencia de The Last Command (1928) --en ambas, significativamente, Jannings fue dirigido por Josef von Sternberg, creador no de la presencia umbría de Nosferatu pero sí de la tentación carnosa de Lola Lola: Marlene Dietrich. 5/5

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