Un sólido ejercicio narrativo y una temática sustancial es lo
que nos ofrece El
sospechoso. Protagonizada por un reparto de estrellas (Jake
Gyllenhaal, Reese Witherspoon y Meryl Streep) y dotada de unos valores de
producción que no desequilibran el resultado de la cinta en perjuicio de su
expresión dramática, se trata de un estudio oportuno de la política
internacional de los Estados Unidos de Norte América y las consecuencias de los
ataques terroristas del once de septiembre.
Hay tal empatía en la mirada que los cineastas dirigen
hacia el conflicto de intereses, en un nivel que no es superficial, que El sospechoso por
una vez demuestra que se puede salvar los escollos del maniqueísmo y del
prejuicio a la hora de manipular las emociones del espectador de una manera
honesta, con el fin de que pueda ver por sí mismo y con cierta objetividad de
lo que en realidad va cualquier guerra, y los extremos a los que puede llegar
la indiferencia ante la injusticia.
Dos son las historias que se entrecruzan y apoyan
mutuamente, dando sentido global y específico al argumento ético de la
película. Primero, y fundamentalmente, la desventura de Anwar El-Ibrahimi (Omar
Metwally), un ingeniero químico nacido en Egipto que ha vivido desde los catorce
años de edad en los Estados Unidos y es un ciudadano ejemplar. Cierto día,
de vuelta de una reunión de trabajo en el Norte de África, es secuestrado en el
propio aeropuerto y llevado a unas instalaciones de la CIA como sospechoso de
terrorismo. Al parecer, Anwar es un conspirador y colaborador de los enemigos
islámicos del Estado americano, pues existen registros de comunicación entre su
número de celular y el de un connotado perseguido político, justamente o no.
La más que grande posibilidad de que todo sea sólo una
coincidencia, y haya habido una confusión que ha incriminado absurdamente al
científico apresado, es de una importancia mucho menos que mínima para el
odiado jefe de la seguridad egipcia Abasi Fawal (Yigal Naor), y menos que nada
aun para Corrine Whitman (Streep), la mujer responsable de las torturas de la
CIA. Luego de que un subalterno ha comprobado prácticamente la inocencia de
Anwar, la senadora insiste en trasladar al detenido a los sótanos de Fawal.
Éste acaba de salir ileso de un atentado que ha matado entre tantas personas a
un agente americano, por lo que Whitman acepta que se haga cargo en su
reemplazo un compañero suyo, Douglas Freeman (Gyllenhaal). Mientras tanto,
la embarazada esposa de Anwar, Isabella (Witherspoon), deja a su pequeño hijo
en casa cuidado por su suegra y busca ayuda en la persona de un antiguo amigo,
Alan Smith (Peter Sarsgaard), ayudante del senador Hawkins (Alan Arkin). Smith,
enamorado aún de Isabella, parece dispuesto a mover cielo y tierra para
encontrar a su antiguo rival y amigo. Pero todo tiene su límite, o eso parece…
La segunda historia en El sospechoso involucra
a la hija mayor del jefe Fawal, una adolescente llamada Fatima (Zineb Oukach),
con un joven artista de nombre Khalid (Moa Khouas), que la pretende como su
esposa a pesar de su enorme diferencia social y de que ya ha sido prometida por
su padre a alguien más adecuado. Fatima abandona el hogar y busca refugio
inicialmente en la casa de su tía Layla (Raymonde Amsalem), hermana de Fawal
que es mal vista por su familia al haber perdido la virginidad antes de
conseguir un serio pretendiente y así haber arruinado su futuro en la
sociedad. Al ausentarse Layla brevemente por motivo de un viaje, su
sobrina escapa, persuadida por Khalid de ir a vivir con él. Ambos asisten
después a reuniones de revoltosos que Fatima nunca asociará con el terrorismo,
hasta que descubre entre los cuadernos del pobre artista un secreto que no
solamente cambiará sus vidas, sino también la de cierto ingeniero químico
felizmente casado en los Estados Unidos…
La detención y tortura del ciudadano americano Anwar
El-Ibrahimi a manos de una inescrupulosa senadora de su mismo país es el centro
del análisis moral que propone este largometraje. Como en un film noir o en
la mera realidad, el claroscuro de la fotografía impregna el retrato de los
partícipes del melodrama: Streep interpreta a una arpía de escalofrío que
destruye vidas humanas mientras su figura otoñal recuerda a la de tantas
mujeres de hoy en día, pues la actriz le brinda al personaje el matiz necesario
para evitar que sea incomprendido; Naor como Fawal es un “villano” más ambiguo,
redimido por su amor paternal, a una distancia verdaderamente considerable de
lo tipificado por el imponente Paul L. Smith en Expreso de medianoche (Midnight Express, 1978).
El desempeño de Gyllenhaal es bastante efectivo, y la evolución de su personaje
convincente; tal vez uno de sus mejores papeles.